lunes, 19 de enero de 2015

RELATOS SALVAJES (en el deporte)


No sería nada insensato decir que Relatos Salvajes (Damián Szifrón) es una de las mejores películas de los últimos años. Sin duda, supone una manera atrevida, arriesgada y hasta cierto punto, innovadora de hacer cine. Estructurando diferentes e independientes historias y provocando distintos impactos (a cual mejor) en el espectador, la cinta argentina, no sólo ha conseguido satisfacer a la crítica, sino que además, ha logrado ganarse el beneplácito del infinito número de personas que salieron de la sala orgullosas por haber invertido el dinero en un film, tan desvergonzado como lleno de ritmo, que seguramente dejará huella...

A propósito de su candidatura a los Oscar como 'Mejor película de habla no inglesa', ElNúmero1 no quiere dejar pasar la ocasión de realizar 'su película', orquestando una composición imaginaria de una serie de relatos que, entrelazados, se podrían asemejar (perfectamente) a los de la película producida por Pedro Almodóvar. Obviamente, el deporte será el tema elegido para intentar llegar a su altura...

Fernando Torres es uno de esos futbolistas que en un abrir y cerrar de ojos ha abandonado su lugar en el Olimpo de los Dioses número 9 (dirección Anfield Road), para caer hasta lo más profundo del mundo de la mediocridad y la crítica omnipresente. No sé si su apatía combinada con los duros reproches que ha recibido, habrán agotado su paciencia y le habrán hecho perder el control, pero el caso es que el pasado jueves, cogió los mandos de un avión repleto de gente a la que quizá guarda un rencor especial (que despegó en Concha Espina), para estrellarlo en el Santiago Bernabeu en el minuto 1 de partido ante su eterno rival. El boom mediático de El Niño, parece que ha vuelto a explotar... Comienza la película.

Los Brasil-Argentina bien es sabido por todos que son de otro mundo. Si a la máxima rivalidad histórica le sumamos los octavos de final de un Mundial de fútbol (1990), entonces salen a la luz todas las pugnas históricas y todos los recelos eternos. Pues bien, como si de una buena dósis de matarratas se tratase, en ese partido, los argentinos envenenaron a los brasileños con las famosas 'botellas verdes'.
Como confirmó Maradona con el paso de los años, el Rophynol (sedante psiquiátrico) que los inocentes brasileños consumieron cuando estaban exhaustos, no hizo más que acrecentar su cansancio hasta el punto de tirar una falta y caerse al suelo... ¿Saben ya quién ganó el partido no?


'Una pugna histórica hasta morir', así es como podríamos definir el mejor partido de la historia del tenis. En la final del torneo de raqueta por antonomasia, Wimbledon (2008), un joven Rafael Nadal (22 años) comenzaba tanteando las fuerzas de su archienemigo (tenístico) Roger Federer. Lo que comenzó con sol y leves aplausos desde la grada, se fue hasta las 7 horas y los 5 sets, con 120 minutos parados por la intempestiva lluvia, un joven animal avasallando a su maestro en su propio jardín y un final agónico pero incendiario, con el mejor deportista español de todos los tiempos saltándose el protocolo y escalando por uno de los palcos de la pista para abrazar a sus padres.
Ambos murieron y renacieron en esa final...


Bombita, bombita... BOMBAZO, eso fue lo que supuso el llamado 'Combate del Siglo' (1974) entre los dos mejores boxeadores del momento, Muhammad Ali y George Foreman. 
El mejor deportista de todos los tiempos eligió la capital de Zaire (actual Congo), Kinshasa, para destronar al invencible, potente y temerario George Foreman. Ali escogió el corazón de África para mandar un mensaje a todo Estados Unidos sobre dónde había nacido la raza negra y sobre su oposición a la segregación histórica que había sufrido. El de Louisville también buscaba pegar un puñetazo encima de la mesa para enseñar al planeta que seguía siendo el más grande.
Hay que recordar que el gobierno estadounidense suspendió la licencia para boxear de Ali durante casi 4 años por no acudir a la Guerra de Vietnam y oponerse abiertamente a ese injusto y cruento conflicto. Su país le prohibió competir durante el tiempo en el que más plenitud física y psicológica hubiera tenido y eso es algo que Ali buscaba recuperar a los 32 años, ante alguien bastante más joven de él y capaz de levantar a su entrenador golpeando el saco o derrotar rivales en 3 asaltos.
The Rumble in the Jungle, se resolvió con un KO MONUMENTAL de Muhammad Ali en el octavo asalto, después de aguantar, aguantar y aguantar las constantes envestidas de un búfalo llamado George Foreman.
Con 60.000 personas gritando Ali, Bomaye (Ali, mátalo), el mejor púgil que ha existido, levantó los puños al cielo y se perdió entre los gritos eufóricos de la grada (dicen que estuvo firmando autógrados durante toda la madrugada hasta las 9 de la mañana).

Ahora es el momento de introducir uno de los episodios más negros y más tristes de la historia del deporte. Algo que quizá nos hizo perder el control a todos, el control de saber distinguir la realidad de la ficción.
El 23 de octubre de 2011, mientras se disputaba el Gran Premio de Motociclismo de Sepang, el piloto del momento y joven promesa italiana, Marco Simoncelli, lideraba una pugna de 3, seguido por el veterano Colin Edwards y, en tercer lugar, por su íntimo amigo (también italiano) y leyenda, Valentino Rossi. En la salida de la curva 11, Simoncelli perdió el control de su Honda, quedando tendido sobre la pista expuesto al recorrido inmediato de sus rivales, lo que propició que Edwards y Rossi, literalmente, le pasaran por encima. A las cinco de la tarde Super Sic, perdía la vida tras haber sido atropellado por su mentor y mejor amigo, que además iba a lomos de una moto italiana, la 'temida' ducati. 
La imagen de desolación de Dani Pedrosa (enemigo público de Simoncelli), sentado sobre una scooter a las puertas de la clínica móvil, mientras esperaba noticas, define a la perfección el drama y la tragedia del asunto.


Y para finalizar la colección de Relatos Salvajes del Número1, es hora de que entre en escena 'la boda' que se celebró en Lisboa el pasado 24 de mayo. 
La pareja que tenía una cita con la historia para sellar su compromiso, no era otra que el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Dos equipos hermanados en cuanto a eso de la ciudad y poco más, porque la verdad es que la Ceremonia Final de la Champions League destilaba cantidades inimaginables de tension desde varios días (o semanas) atrás.
Los dos conjuntos madrileños no dejaron indiferente a nadie desde el inicio del choque...
Al poco de empezar el partido, el mejor delantero rojiblanco del año, Diego Costa, abandonaba el campo por una lesión muscular, haciendo un flaco favor al planteamiento de su equipo y traicionando la confianza de su entrenador (y hablar de Simenone no es hablar de cualquiera). No obstante, el partido prometía diversión, y si no que se lo digan a Casillas, que nos engañó a todos menos a Godín en la salida de un córner y puso en inferioridad a su equipo. 
Con 1-0 se fue el Atlético arriba al descanso, y con una rabia contenida de años y de fracasos europeos, en el minuto 93, Sergio Ramos se impulsó al cielo de la capital portuguesa para colocar con una pulcritud inusitada el balón en la red colchonera, tras la gigante figura de Thibaut Courtois.
A partir de ahí se prendió la mecha y comenzaron los petardazos blancos (Bale y Marcelo), entrelazados con jugadores por el suelo (Juanfran), espontáneos que saltaron al campo y se mancharon el traje (Xabi Alonso) y un éxtasis final en forma de abrazos, lloros, gritos y el número 7 blanco, directamente, quitándose la camiseta.

Estos seis relatos y otras maneras de que el ser humano pierda el control  y se deje llevar por el drama, el suspense, la comedia o cualquier otro género cinematográfico..., al fin y al cabo, en la vida de cada persona aparecerán todo ellos, antes o después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario