domingo, 26 de mayo de 2013

LA EXCELENCIA DEL RUGBY.

                     UN DEPORTE NÚMERO 1.


El rugby, ese deporte apenas conocido en España pero tremendamente respetado y admirado en países como Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia, Argentina, Irlanda, Escocia o Sudáfrica, es sin duda uno de los deportes de equipo más duros además de uno de los más atractivos e incomprendidos.
A priori, la afirmación popular de aquellos que lo ignoran es que consiste en 'cruzar el campo dándose golpes', en contraposición, aquellos que son aficionados al rugby, son conscientes de que es la máxima expresión del 'deporte colectivo', saben que es algo único e incomparable que es capaz de movilizar países enteros de los cinco continentes (si como el fútbol) pero que se diferencia del resto de deportes en que las trampas no existen, los jugadores son leales y rara vez se discute una decisión arbitral, el respeto al rival queda patente en el 'cerveceo' posterior al partido entre los equipos, parte de afición y los árbitros en lo que se denomina 'El Tercer Tiempo' y por último, se diferencia del resto en que aquí, el equipo está por encima de todo puesto que cada jugador se juega su integridad física por sus compañeros y por la victoria.


Otro de los 'tópicos' es compararlo con el Fútbol Americano, gran error, primero a nivel de difusión, el rugby se juega profesionalmente a nivel mundial y no sólo en tierras estadounidenses, segundo a nivel de reglamento, la principal diferencia es que en el rugby el balón no se puede pasar hacia adelante, lo que conforma la esencia del juego puesto que la ofensiva se arma sabiendo que tiene que haber un compañero detrás y no dando pases de 40 yardas que crucen parte del campo en un abrir y cerrar de ojos y tercero a nivel de jugadores, en el Fútbol Americano los jugadores llevan protecciones en la cabeza y en los hombros mientras que en nuestro deporte protagonista los jugadores saltan al campo sin ninguna protección.

En cuanto a aquellos que también lo comparan con el fútbol, o lo ven como un 'alter ego', hay un antiguo dicho británico que dice algo así como 'El fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros' y que define perfectamente la diferencia entre ambos deportes.


En definitiva, el rugby se desarrolla sobre un terreno de juego en el que cada equipo cuenta con 15 jugadores, los cuales con una conducta disciplinada (tanto individual como colectivamente), deben tratar, de acuerdo a las normas y el espíritu deportivo, portar, pasar o patear la pelota, para finalmente apoyarla sobre el suelo contrario ('ensayo'), tras los palos que indican el último resquicio de la defensa a atacar, marcando el máximo número de puntos posibles en 2 tiempos de 40 minutos cada uno, siempre y cuando no haya prórroga.
Se utilizan tanto los pies como las manos ya que otra manera de sumar puntos es patear el balón entre ambos palos, bien como 'drop' (a bote pronto), como conversión (tras anotar un ensayo) o ejecutando un golpe de castigo, pero más allá de los términos técnicos como 'melé', 'touch', 'rucks' o 'kicks de reinicio' me quiero centrar en cómo descubrí este maravilloso deporte y en una historia de leyenda que cambió el rumbo de un país y de un continente como es el africano de la mano de Nelson Mandela. Siempre desde mi humilde e ignorante opinión.

Fue hace casi 6 años, cuando leí un pequeño artículo en el As, en el que se anunciaba la celebración del Mundial de Rugby en Francia, el cual describían como uno de los acontecimientos más importantes y más mediáticos del mundo a nivel deportivo.


De esta manera, tras decorar la Torre Eiffel con un balón de rugby, el 7 de Septiembre de 2007 daba comienzo la ansiada competición (se disputa cada 4 años) en el espectacular Stade de France y quedaban por delante 44 días de competición.

Sin conocer apenas este deporte y guiado por los maravillosos comentaristas de Canal + (Michael Robinson incluido), observé la superioridad de países como Nueva Zelanda (gracias a sus 'all blacks' con su haka incluida), Australia, Sudáfrica o Inglaterra, pero también quedó más que patente la tremenda emoción con la que vivían los partidos los combativos argentinos arropados por su afición, o cómo un país pobre y apenas conocido como Fiyi se lograba meter en los cuartos de final de la competición. 
El tema de las aficiones era tremendo, jamás vi nada parecido, demostraban la pasión controlada con la que se debe vivir el deporte, siempre desde el respeto al rival. 
La final la disputó Inglaterra y Sudáfrica, y fue en ese momento, cuando analizaban la final horas antes, cuando descubrí dos historias cuanto menos sorprendentes.


La primera tiene que ver con Inglaterra y su mejor jugador, Jonny Wilkinson. No habían dejado de hablar maravillas de él durante todo el campeonato, y razón no les faltaba puesto que estábamos antes el mejor jugador de la historia de este deporte. Una verdadera institución además de una leyenda viviente. Y es que, este jugador que ocupaba la posición de 'apertura', pese a haber sufrido lesiones en prácticamente todas las partes de su cuerpo (rodilla, ligamentos, brazo, hombro, riñón...) era el máximo anotador de las historia del 'Seis Naciones' (máxima competición a nivel de selecciones tras el mundial), también era el que más puntos había conseguido en la Copa del Mundo, uno de los pocos en superar los 1000 puntos con su selección, y posteriormente se convertiría en el jugador que más puntos había anotado en la historia del rugby, pues eso, una leyenda. 


Pero no se quedaba ahí, en el año 2003, en el último Mundial disputado, hizo campeón a su país al convertir un 'drop' en el último segundo de la prórroga ante Australia.





Al margen de la increíble historia de Wilkinson, en el otro lado, no menos espectacular era lo que se hablaba de Sudáfrica...


Fue en el año 1995, entonces Sudáfrica era un país que acababa de abolir el sistema segregacionista del Apartheid, Nelson Mandela, tras ser liberado de prisión en 1990, había llegado a la presidencia del país y se había propuesto la difícil tarea de reconciliar a su pueblo, por un lado la mayoría negra (oprimida en el Apartheid) y por el otro lado a la minoría blanca.
En 1995 se celebraba el Mundial de rugby precisamente en su país, y por aquel entonces 'Los Springboks' que era como se denominaba a la selección sudafricana, estaban compuestos en su mayoría por jugadores blancos, además, la población de color, asociaba el equipo de rugby con el Apartheid (incluso acudían a los partidos a animar al equipo contrario). 
Con lo cual Nelson Mandela, adoptó la comprometida decisión de apoyar al equipo nacional (el cual hasta ese momento no había tenido más que fracasos deportivos) y convenció a las nuevas autoridades del Comité Deportivo Sudafricano, compuesto en su mayoría por dirigentes de raza negra, a que le apoyaran en su decisión.

Entonces fue cuando se produjo el punto de inflexión en la historia de Sudáfrica, y por que no decirlo, en la historia del rugby. El presidente citó en su despacho al capitán de Los Springboks, François Pienaar, y le comunicó la idea de que había que unir a la nación y el papel de la selección en el Mundial de Rugby era fundamental para ello. En ese momento, el acto simboliza que Mandela 'perdonaba' los 30 años que había pasado en prisión puesto que quería unir a su país, y para ello no había que distinguir entre 'negros' y 'blancos'.

En un principio, la población de color no mostraba su apoyo al equipo, el cual no levantaba cabeza justo antes de la competición, pero llegó la Copa del Mundo, e inexplicablemente, a medida que pasaban los partidos, Sudáfrica iba cosechando victorias hasta plantarse en la gloriosa Final, dando una absoluta sorpresa en la competición.

Fue ahí, minutos antes del comienzo del esperado partido, cuando Nelson Mandela bajó al césped vestido con el polo de su capitán, François Pienaar, con su número 6 a la espalda, y deseó suerte al equipo, deseó suerte a todo un país que debía conformar un grito unido.

Enfrente esperaba el rival más duro posible, los todopoderosos 'All Blacks' de Nueva Zelanda, liderados por el grandioso Jonah Lomu, una verdadera bestia.


Cosas del deporte, cosas del destino, Sudáfrica ganó esa final contra todo pronóstico y las calles se llenaron de aficionados en una celebración unánime, sin distinción de raza ni condición social.

Cuando los campeones visitaron la prisión en la que Mandela había pasado 30 años encerrado, Pienaar no dejó de llorar. No se explicaba como su presidente había sido capaz de personar lo que le hizo la raza blanca...

La maravillosa historia fue llevaba al cine por Clint Eastwood, protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon. 'Invictus'.

Y tras conocer estos dos relatos dió comienzo la Final de la Copa del Mundo Francia 2007, precisamente, entre Inglaterra y Sudáfrica. ¿El resultado?
Sudáfrica se alzó con el segundo título mundial de su historia, a pesar de Jonny Wilkinson.



Y así es como veo el rugby, un deporte número 1, menospreciado en España pero adorado en casi todo el mundo.
Para finalizar, este vídeo nos lleva al 'Seis Naciones' del 2007, es un Irlanda-Inglaterra que se jugó en Dublín, en el 'Croke Park', estadio en el cual, en 1920, en plena Guerra Civil entre estos 2 países, mientras se disputaba un partido, fuerzas militares inglesas ametrallaron a las gradas del estadio irlandés, matando a 14 personas (entre ellas a un jugador) en lo que es considerado como el primer 'Bloody Sunday' de la historia. 87 años después, ese estadio ya remodelado, contaba con el apoyo de 80000 personas a favor de Irlanda, la cual debía intentar batir a la invencible Inglaterra de Wilkinson. ASÍ FUE COMO SE ESCUCHÓ EL HIMNO...




En el partido no hubo color, contra todo pronóstico, Irlanda se 'comió' a Inglaterra ese día y se cobró la venganza por lo sucedido en 1920. 
La excelencia del rugby.


Recomendaciones:
Haka All Black...




Película 'Invictus':


lunes, 20 de mayo de 2013

Y BAJO LOS ADOQUINES, NO HABÍA ARENA DE PLAYA. ANIVERSARIOS.

                                 15 AÑOS



En estos días de controversia madridista y de orgullo colchonero, no podía dejar pasar la ocasión de este 20 de mayo.

Una de las razones es que hoy se cumplen 15 años desde que el Real Madrid conquistara su séptima Copa de Europa, a priori, esto puede parecer importante para los merengues y carente de sentido para aquellos que simpatizan con otro equipo o que simplemente no muestran afición por el fútbol, pero esta historia es algo diferente.

Bien, yo de pequeño era fan del Atlético de Madrid. No sé si porque a mis 4 años me contagié de la alegría atlética por el doblete que cosecharon en el 96 (Liga y Copa) o simplemente por llevar la contraria desde muy pequeño al sentimiento madridista de mi familia.

Lo cierto es que en 1998, el Real Madrid era el hazmereír en la máxima competición europea por un motivo:  Llevaba nada más y nada menos que 32 años sin conquistar la Copa de Europa, habiendo ganado 6 en los primeros años de la competición y ostentando por tanto el récord de club con más cetros europeos. Pero claro, de eso hacía ya mucho, y mientras otros equipos (incluído el Barcelona) habían ganado la máxima competición ya en color, existía cierta burla con que el Madrid sólo ganaba en la época del 'blanco y negro', en la horrible época Franquista.


Pues por ese año, el 98, yo tenía 6 años y mi padre, un aficionado madrista, por desgracia contrajo la enfermedad a la que nadie quiere enfrentarse, el cáncer. Cuando se lo diagnosticaron, desafortunadamente ya era tarde para hacer nada. Ese año, el Real Madrid, que gozaba de un equipo notable pero no para tirar cohetes, fue progresando en la Copa de Europa (o Champions League como se denomina ahora), fue avanzando rondas hasta plantarse de una manera increíble en la final, superando precisamente en semifinales al Borussia de Dortmund.

En la finalísima, esperaba la todopoderosa Juventus de Turín, liderada por el entonces mejor jugador del mundo Zinedine Zidane y otros tantos jugadores espectaculares.
Entre la mala suerte del equipo blanco en Europa en los últimos 32 años, y la enorme superioridad del equipo italiano, nadie, absolutamente nadie, daba un duro porque el Madrid ganase esa final y se alzase con lo que sería su Séptima Copa de Europa (primera en color).

Recuerdo que muy poco tiempo antes de la final, unas semanas antes, mi padre me compró un póster del Real Madrid, el cual, rechacé por mi afinidad con el Atlético de Madrid. No obstante, él se empeñó en que yo escogiera un jugador de aquella plantilla (muy a mi pesar), insistió en que seleccionara uno. Yo me decanté por el nombre más extraño de los jugadores que había en ese trozo de papel, elegí al número 8, un tal 'Pedja Mijatovic'. La historia se quedó ahi y los días pasaron a medida que su salud se iba deteriorando, a pesar de que él me prometía que en verano se pondría bien e iríamos a la playa por primera vez.

El 20 de Mayo de 1998, esa mañana, mi padre abandonaba este mundo por culpa de la cruel enfermedad, mientras, por la noche, casi toda España estaba pendiente del televisor para ver si por fin después de 32 años el Madrid volvía a ser el rey de Europa. En el 11 titular blanco se colaba el serbio Pedja Mijatovic, a pesar de estar lesionado y de no poder prácticamente efectuar una carrera sin dolor. Ese año, este futbolista no había sido capaz de marcar ningún gol en la Champions League por lo que mucha gente criticaba su sitio en el once titular madridista.

El acontecimiento deportivo se disputaba en Amsterdam, en el precioso estadio del Ajax, el 'Amsterdam Arena'. El partido comenzó con una tremenda superioridad de la Juventus, ya que la primera media hora de partido fue realmente un sufrimiento para los madridistas, que pudieron encajar 4 o 5 goles fácilmente. Pero milagros de la vida, se llegó al descanso con el 0-0. Lo que hacía que los más optimistas todavía creyesen en la posible victoria del Madrid.

Llegó la segunda parte, en concreto el minuto 66, y casualidades de la vida, el lesionado, cuestionado y criticado Pedja Mijatovic, 'el delantero del nombre raro', marcaba un gol que ponía al Real Madrid por delante en la final. Era inexplicable, nadie lo creía.
Yo quiero pensar algo bonito, y ya que extrañamente Mijatovic al celebrar el gol señala la cámara efusivamente y justo se corta la imagen (realmente señalaba a Fernando Sanz pero no hubo ni una sóla cámara en todo el estadio que grabase la continuación y el abrazo, la imagen se quedó congelada) quiero pensar que alguien me estaba dedicando ese valiosísimo gol desde arriba, un gol en el minuto 66 a mis 6 años.
Ese día el partido terminó 1-0 y el Real Madrid levantó la Copa de Europa tres décadas después. Ese día me hice del Real Madrid. Ese día lo entendí todo.



Nada es para siempre y eso hay que asumirlo. Hoy, 20 de Mayo de 2013, se cumplen 15 años de muchas cosas, pero yo en concreto 'celebro' el aniversario de 2. Porque creo en las historias bonitas y en el periodismo de verdad.




'y bajo los adoquines, no había arena de playa'. ('Papá cuéntame otra vez', Ismael Serrano)