sábado, 28 de febrero de 2015

PACO JÉMEZ, OSCAR A MEJOR ACTOR DE REPARTO.

No sería nada pretencioso afirmar que el pasado sábado, Paco Jémez se volvió a meter en el papel de J.K Simmons en Whiplash, sacando a relucir la versión estratosférica de su pupilo número 23, Alberto Bueno.

Ya lo decía el flamante ganador del Oscar como mejor actor de reparto en el filme, 'El jazz se muere. Si no intentas empujar a un músico más de lo esperado, entonces le estamos negando el mundo al siguiente Louis Armstrong o al siguiente Charlie Parker...' Y efectivamente, el entrenador del Rayo Vallecano, consciente de la bipolaridad reinante en el fútbol moderno, sometida al yugo de los billetes, se ha erigido progresivamente como el director de orquesta sobrenatural del fútbol humilde. Ha sabido exprimir mejor que nadie (incluído Simeone), el fútbol que sus jugadores podían guardar en el último recoveco de sus piernas y su imaginación.


Con métodos más o menos ortodoxos (algún futbolista se ha ido al banquillo a lágrima viva tras 20 minutos de partido), Paco Jémez ha compuesto la mejor sinfonía que se ha escuchado en Vallecas, probablemente, en toda su andadura por el fútbol profesional.

En el partido de liga ante el Levante, Alberto Bueno, al estilo Miles Teller en Whiplash, se marcó un solo de batería de 15 minutos, en los que anotó 4 goles, pasando a los anales de la historia del equipo de Vallecas y, por supuesto, de la Primera División española, al ser el primer jugador en lograr esa marca.

Efectivamente, como ya sabía Paco antes que nadie, la motivación y constancia del ariete le pusieron por un día al nivel de extraterrestres como Cristiano Ronaldo o Leo Messi.
(Ahora piensen en Jémez levantando el puño para cortar la fiesta de celebración, aquí no vale relajarse, hay que seguir currando...)


Con respecto a la tarea semanal de Real Madrid, Atlético de Madrid y F.C. Barcelona, en el conjunto blanco, la BBC permaneció oxidada una semana más -Benzema se apagó como las dos estrellas que le acompañan-, así como su centro del campo (exhibición táctica del Villarreal en el Bernabéu), de modo que el equipo -o Marcelo y Casillas-, sólo fue capaz de empatar (1-1) en su feudo ante el conjunto que mejor juego plantea de la liga, el Villarreal, que tras dar salida a Vietto y Trigueros en la segunda parte, hizo temblar los cimientos de la defensa merengue, dando un recital de fútbol de autor sobre el verde.

El Atlético de Madrid, ante el regreso de Koke, se puede decir que sigue esperando a Godot desde aquel 4-0 de sobremesa un mes atrás, y es que la derrota en Champions de la semana pasada ante el Leverkusen y el empate a 0 ante el Sevilla en liga, dejan a los rojiblancos en una pequeña crisis de resultados y quizá, de identidad.


Por último, el F.C. Barcelona, borró las dos primeras letras de su MNL, fruto del contraste de indolencia de Messi y Neymar con la potencia de Luis Suárez en Granada (1-3).

Cambiando de tercio, esta semana que concluímos, pasará a la historia como la de la tercera recaída de Derrick Rose en su ligamento de cristal (una pena para los que amamos el baloncesto), el nacimiento por segunda vez de Fernando Alonso y el principio de retorno de Rafa Nadal, que ganó en Buenos Aires su primer título desde Roland Garros, 6-1 y 6-4 a Juan Mónaco, igualando los 46 títulos de Guillermo Vilas sobre la tierra batida. Welcome Back campeón, 'Los Lunes del Imparcial' reclaman indeleblemente muchas portadas tuyas en el futuro...


Sed felices.

jueves, 26 de febrero de 2015

ALBERTO RODRÍGUEZ, EL CINEASTA TOTAL


No hace mucho tiempo, Enrique Urbizu, en una de sus clases habituales en la ECAM, fue preguntado por un joven alumno sobre si existían posibilidades reales de hacer cine en España siendo desconocido, teniendo en cuenta el complicado horizonte de subvenciones y ayudas económicas. Ante la cuestión, el guionista, director y profesor, con su intimidante voz grave característica, contestó: 'Chaval, coge una cámara y sal a la calle, eso ya es hacer cine'.


Alberto Rodríguez, director de moda gracias al éxito rotundo de La Isla Mínima, personifica a la perfección esa acción de salir y rodar todo lo que su mente dicte hasta alcanzar el éxito y caminar por los pasillos del prestigio. Hablamos de una mente abierta, una mirada más allá, un estilo sin igual que le lleva a representar como nadie lo mundano y lo natural, proyectado con ese enfoque que nos hace plantearnos, a su vez, la base de las cosas materiales, lo abstracto del dinero, la conciencia de las personas y el comportamiento de las mismas respecto a según qué situaciones, casi siempre, con un guiño a la tierra que le vio nacer, Andalucía y su Sevilla natal.

La virtud del genio y el equipo estelar del que siempre ha estado rodeado -todo empezó en el bar 'Las Sirenas'-, han posibilitado que tras 15 años de carrera profesional, los espectadores de su cine, hayan reflexionado de una manera distinta sobre el valor establecido de lo material ('la historia va de una cosa que al principio valía 1 libra y al final vale 100.000 libras', El Factor Pilgrim) y el de la gente (El Traje es un juego perfecto que muestra los prejuicios económicos y sociales adheridos a la vestimenta y al estatus social, con todo lo que ello puede conllevar en la sociedad actual).


Asimismo, el público también ha vibrado con los 400 golpes de Juan José Ballesta y el brillante descubrimiento de Jesús Carroza en 7 Vírgenes (los jóvenes dejaron de considerar el cine español como un género aparte), ha analizado las consecuencias de volcar la frustración personal en una noche de fiesta orquestada por el alcohol, la droga y el sexo (After), y finalmente, ha retrocedido tres décadas para conocer los entresijos del submundo policial de la época, adentrarse en el thriller más profundo (Grupo 7) -inmiscuyéndose en los bajos fondos y los regueros de drogadicción del centro de Sevilla a finales de los 80-, observar las 3000 viviendas como nunca se filmaron antes (y si no que se lo pregunten a Mario Casas) y cercionarse de cómo el cineasta que tenían delante, había llegado al clímax de la experiencia aprendida, regalando a los ojos de todos una obra descomunal ambientada en las espectaculares marismas del Guadalquivir (juego de planos y nivel artístico de otro planeta), llamada la Isla Mínima, y con el reconocimiento y consideración que se merecen los que la hicieron posible desde aquellas reuniones de colegas, 20 años atrás, con un objetivo claro: soñar.


'Nunca dejamos de ser lo que fuimos', esa frase se podría atribuír perfectamente a Dani de Zayas (sonidista y soñador junto a Alberto en todas su películas, incluso desde la niñez, cuando rodaron su primer corto con muñecos de dinosaurio), a Álex Catalán (director de fotografía), a José M.G. Moyano (montador), a Manuela Ocón (directora de producción), a Yolanda Piña (maquillaje), o a las incorporaciones de lujo posteriores, Rafael Cobos (guión) y Julio de la Rosa (música).

Esta constelación de estrellas liderada por un director que pertenece a la primera promoción de la Facultad de Imagen y Sonido de Sevilla, ha roto los esquemas en un mundo como el cine, vástago del arte, a cuyo éxito se accede por la cuerda de los funambulistas que no tienen miedo a la caída en una superficie dura y áspera de subjetividades.


Adentrarse en las películas de Alberto Rodríguez es profundizar en la vida misma, en las cosas que, normalmente, no es fácil encontrar en la gran pantalla de los sueños y las pasiones.

Todo comienza por jugar con el espíritu soñador cuando no hay nada. El director hace de las escenas en edificios abandonados una genialidad y establece un doble fondo brutal. Muchos de los mejores momentos de su cine se dan en esas localizaciones, empezando por su corto Bancos ('a partir de ciertas cantidades el dinero es abstracto'), siguiendo con El Traje y esa casa a la intemperie compartida, 7 Vírgenes y el diálogo más genial entre 'el Tano' y 'el Richi' en unas viviendas en construcción, y finalmente, deleitándonos con esas persecuciones por las azoteas inestables de Grupo 7.


Del mismo modo, el director ha incidido en las causas y las consecuencias del consumo hasta el extremo de alcohol y droga, probablemente como nunca antes nadie lo había hecho en el cine español (ni siquiera Almodóvar), enfrentando a sus protagonistas a la historia con ese hándicap (Javier Gutiérrez, Antonio De la Torre, Willy Toledo...) y destapando los episodios habituales de tráfico de drogas en muchas zonas conflictivas de España (en concreto de Andalucía).

El cineasta ha retratado con suma inteligencia la falta de humanidad que puede reinar en las empresas, posicionándose en el lado más social (escena inconmensurable en After, con Willy Toledo decidiendo no despedir a un trabajador tras empatizar con su drama familiar), no obstante, en alguna ocasión nos ha hecho creer que lo que estábamos presenciando era un déjà vu de un episodio cualquiera de nuestra vida, mostrando situaciones habituales como la violencia que se puede desencadenar tras unos codazos involuntarios en una discoteca con el personal pasado de vueltas, o los saltos mortales y conversaciones con acento macarra que se pueden presenciar en cualquier piscina municipal.


Aprovechando la mezcla deportivo-cinéfila de este blog, cómo no mencionar las constantes referencias futboleras del director, introducidas con la sutileza de quien sabe colocar el esférico donde quiere, con efecto y suavidad -mayor denotación de calidad en cualquier deporte-, por eso es un gustazo observar un partido improvisado entre los dos protagonistas de El Traje en ese territorio abandonado y con esas porterías formadas por zapatos (¿quién nunca lo ha hecho?), o ese partido entre chavales en un descampado mientras Juan Jose Ballesta y Jesús Carroza irrumpen en escena.


Parafraseando a Antonio Banderas en la última Gala de los Goya, con su discurso emotivo tras una vida dedicada al séptimo arte, podríamos decir que Alberto Rodriguez es una estrella del cine mundial. El actual Número 1 del cine andaluz que seguramente siempre ha estado expectante por saber cómo se veía su trabajo en su tierra, para ser más específicos en Sevilla, y para ahondar aún más, en su barrio y en la Alameda de Hércules.


La Isla minima, precisamente, se coronó en esa ceremonia con la friolera de 10 Goyas, número de premios que puede servir para poner nota a este cineasta total.

Probablemente a mis 23 años, la cultura cinematográfica aprendida no alcance lo suficiente como para hablar de quién hace historia y de quién no, pero el caso es que en la carrera de Comunicación Audiovisual no se deja de hablar por activa y por pasiva de los directores por antonomasia de todos los tiempos, Hitchcock, Truffaut, Godard, Woody Allen... Son grandes iconos de la historia del cine, genios encomiables, por supuesto, pero yo hablo de Alberto Rodríguez, el mejor director español del momento y otro con un futuro de oro, porque también ha nacido con la estrella señalada,

Descurbrirlo tarde fue mi gran error, homenajearle, mi obligación. Luchar para que se erradiquen las etiquetas y los prejuicios del cine español es mi deber. Sinceramente, lo que he recibido del director sevillano en esa fábrica de sueños que llamamos cine, no lo he recibido de ningún otro.


Brindemos por el futuro, por el líder de una Generación de Oro (Carlos Vermut, Pablo Berger, Daniel Monzón, David Trueba...), por esa forma de filmar, esa formar de contar y esa forma de soñar. La magia de su arte se propaga por el cielo de todo el planeta, y si no vayan de un plano aéreo colosal de La Isla Mínima a uno contrapicado de After, ese en el que tres amigos levantan la mirada para observar las estrellas...


lunes, 23 de febrero de 2015

EL PLACER DE LO INSIGNIFICANTE


En este país, la resaca de los Oscar suele estar protagonizada por el 'boca a boca' consecuente de quien se ahorra la vigilia y acude a primera hora, con impaciencia y curiosidad, a las portadas de los periódicos para corroborar sus pronósticos -las redes sociales facilitan el proceso-.

En concreto, la mañana de este lunes 23 de febrero ha quedado marcada por algo más que el triundo aplastante de Birdman y la virtud genial (y esperada) de Iñárritu.

Seguramente los colegios sean el ejemplo perfecto de aquellos que no han trasnochado, por eso hoy, en el patio de todos ellos, mientras una escisión de los mayores hablaba de cine, algunos niños hablaban también de los superhéroes terrenales. Seguramente, unos se habrán preguntado a otros si ayer vieron la chilena de Benzema. Ese movimiento artístico de ese jugador capaz de hacer real lo ficticio de un videojuego...


Asimismo, es probable que la otra parte de los jóvenes que no juega al fútbol porque prefiere la cancha de baloncesto, haya intentado imitar los movimientos artísticos de un tipo canario, con barba desaliñada, llamado Sergio Rodríguez o haya debatido sobre el ataque y la defensa de Rudy Fernández, el jugador que un día participó en el concurso de mates de la NBA y ayer dio al Real Madrid su copa número 25, en Gran Canaria, frente a su eterno rival, el Barcelona.



La realidad es que el cine y el deporte son las mejores medicinas para poner remedio al primer madrugón de la semana.

La pasión, el seguimiento y el debate (muchas veces absurdo y visceral) que generan, nos permiten desconectar de nuestro mundo por un segundo. Es así. Y como consecuencia, ceremonias de los Oscar y jornadas de liga como las de este pasado fin de semana, sirven para encumbrar a unos y sepultar a otros, bien a nivel objetivo (los puntos de la tabla clasificatoria no se negocian) o bien a nivel subjetivo (el mundo de las subjetividades del arte quedó bien representando en la mejor película del año. Iñárritu nos hizo plantearnos la sutil 'diferencia' entre el éxito y el fracaso).

Yo me quiero dedicar a ambas cosas, porque quizá esa sea mi filosofía de vida, y como bien dijo Carlos Marañón (presentador de la Gala ayer en Canal +) en la entrevista que concedió a este medio, 'el placer de la vida está en las cosas más insignificantes.'



En el apartado técnico, la verdad es que en un fútbol moderno donde si no corres, estás muerto, Benzema e Isco regatean y deleitan sin correr, demostrando por qué el fútbol puede ser un arte. Esa virtud, ligada al compromiso grupal y a la intensidad y la defensa (como la de Nocioni ayer 'echando a la gente de su casa' de ese modo en la final), posibilitarán que el resultado acabe en victoria.

El ejemplo perfecto de esta combinación se dio el pasado sábado en el Camp Nou. El equipo joven, atrevido y canterano del Málaga (Juanmi, Darder, Rosales, Castillejo...), se plantó en el campo del F.C. Barcelona con las ideas bien caras. Dirigido a la perfección por Javi Gracia, el conjunto andaluz corrió cuando tuvo que correr (contraataques de escándalo), regateó, dominó e incluso mareó al Barça por momentos, y finalmente defendió hasta el punto de que Messi y Neymar no tiraron ni una sola vez a puerta... ¿El resultado? Victoria contra pronóstico del Málaga (0-1), repaso táctico, desesperación flagrante de Jordi Alba y favor al Real Madrid, que afianza su liderato 2 semanas después de ese 4-0 rojiblanco... (La flor en el culo de Carletto)



En cuanto a lo acontecido en el Dolby Theatre de Los Ángeles. Hollywood se vistió de Gala para su 87ª ceremonia y nos regaló un inició impactante con el premio a mejor actor de reparto. Edward Norton, Robert Duvall, Ethan Hawke y Mark Ruffalo se salieron del mapa con sus interpretaciones estelares, pero J.K, Simmons los puso firmes, como si del reconocimiento de Ronald Lee Ermey en La Chaqueta Metálica se tratara.


Julianne Moore 'siempre' había salido victoriosa en los reconocimientos de este año y no se percibía ningún atisbo de derrota en el acontecimiento señalado. Quizá. esta categría de mejor actriz fue la segunda más competida (Rosamund Pike, Marion Cotillard, Felicity Jones, Reese Witherspoon...), puesto que en la de mejor actriz secundaria, Patricia Arquette llevaba 12 años planeando este Oscar y como mejor actor principal, nadie sabe aún si subió a recoger el premio Stephen Hawking o Eddie Redmayne.



Con respecto a la mejor película extranjera, Ida arrebató la gloria al sueño de Szifrón y Almodóvar, Relatos Salvajes, y ganó el primer Oscar de la historia para Polonia, tras un discurso de entrega en el que se apelaba a la ausencia de fronteras en el cine, cuando precisamente, ese premio incluía en su título una pequeña connotación, la palabra 'extranjera'...

La mejor banda sonora correspondió al Gran Hotel Budapest y la mejor fotografía cayó en manos de la todopoderosa Birdman

En defintiva, se puede decir que todos los premios fueron merecidos esta vez, no así las nominaciones, puesto que quizá ya va siendo hora de que la Academia levante el veto a Christopher Nolan... 



Probablemente este montaje cinéfilo, deportivo y absurdo no sea tan perfecto como el de Whiplash (con J.K. Simmons metiendo presión). El caso es que el guión es tan original como el de Birdman, porque de considerarse adaptado, Alan Turing lo hubiera hecho mucho mejor...

Sed felices.

jueves, 19 de febrero de 2015

KOBE BRYANT, LICENCIA PARA DOMINAR

Un entrenador venerado y respetado en Europa como Ettore Messina (4 Copas de Europa detrás) tuvo el privilegio de poder cruzar el charco para situarse en el staff técnico de Los Ángeles Lakers como entrenador asistente. Ante la agitación de tal movimiento revolucionario no tardaron en llegar las primeras entrevistas, y de entre ellas, tampoco se hizo de rogar la primera pregunta en forma de un nombre y un apellido: Kobe Bryant.

Todo un líder incuestionable y con mano de hierro como Messina respondió sobre la estrella de su nuevo equipo de la siguiente forma: ¿Cómo voy a dar una sóla orden a un tipo que va a entrenar en helicóptero para ahorrarse el tráfico de Los Ángeles? ¿Qué se supone que debo decirle? ¿Baja el culo y flexiona las rodillas?

Es Kobe Bryant, un hombre mitad ángel, mitad demonio que, indirectamente, nos hace plantearnos la siguiente pregunta: ¿Qué es la NBA sin Kobe?
El destino y la complicada tesitura del jugador que ha marcado los últimos 15 años del baloncesto mundial nos invitan apresuradamente a hacernos a la idea...

Una trayectoria tan apabullante como la del 24 de los lakers sobre la que se ha escrito tanto, se ha grabado tanto y también se ha especulado tanto, inexorablemente, complica el enfoque, pero inquisitorialmente, su protagonista lo prestigia sea cual sea su forma.


Hablar de Bryant es hablar de un sueño, de una capacidad, de una decisión, de una vocación, de un talento, de una misión y de un recuerdo -intempestivo-.
La perdurable estrella de Los Ángeles Lakers tiene el reconocimiento infinito por aquello que llamamos trayectoria, pues es lo mínimo que le pertenece tras colocar con sangre, sudor y lágrimas 5 anillos de campeón en su mano. Representa los sueños cumplidos de una generación laker acostumbrada a mirar con estupor y recelo el juego de los Bulls de Phil Jackson y los Jazz de Stockton y Malone . 

Es un estilo, una mecánica, unos movimientos calcados y cotejados de Dios (perfeccionados por el entrenador de Dios), una mirada felina que en su esplendor veía victorias, convirtiéndose en invidente para todo lo demás -inexistente-. Kobe Bryant es el hambre y el hombre de ganar, la antonomasia de la profesionalidad, la base técnica del baloncesto y, por su puesto, la esencia e historia del deporte.


Simplemente su nombre o una foto del jugador vestido de oro y púrpura, disponen de una alta probabilidad de ser reconocidos por cualquier ser humano ajeno por completo al baloncesto. Ese será su legado. El prestigio de convertirse en una leyenda mundial, la excelencia de destacar entre miles de millones de jugadores de baloncesto y poder ser identificado por cualquier persona del planeta, aunque sólo sea porque escucharon su nombre en un determinado lugar o vieron su figura de pasada, cuyo recuerdo no alcanzan a hilvanar y queda simplificado en un 'me suena'.

Es probable que el primer recuerdo del jugador angelino sea ya imborrable en mi memoria. Fue un sábado del año 2001 en forma de una portada de 'Gigantes' protagonizada por la pareja más dominante que ha dado la historia del baloncesto (con todos los respetos para Jordan y Pippen). Sí, Shaquille O'Neal y Kobe Bryant, que lucían orgullosos su segundo anillo de campeones de la NBA, mientras el titular rezaba algo así como 'el comienzo de una nueva era, ¿Cuál será el techo?'.

Desafortunadamente, la cúspide fue la mala relación personal entre ambos, eso sí, 3 anillos de campeones después... Quién sabe hasta donde podrían haber llegado el pívot de 140 kilos capaz de hacer un coast to coast y machacar el aro tras un reverso, y el -entonces- artículo 8 de los Lakers (similar al 34): hago lo que quiero, cuando quiero y como me da la gana.

En cualquier caso, no se me ocurre una manera mejor de despedir a Bryant que agradeciéndole su existencia.
  • Gracias por hacer que las camisetas más utilizadas en las canchas callejeras del país más recóndito del mundo sean tuyas.
  • Gracias por demostrar a la era moderna que se pueden anotar 81 puntos en un partido de la NBA.
  • Gracias por llevar a Gasol a la excelencia, a la perfección y al anillo.
  • Gracias por estirar de ese modo la elástica de Los Ángeles Lakers.
  • Gracias por un top 10 de jugadas majestuosas, un concurso de mates y exhibiciones sin esfuerzo en los Juegos Olímpicos de los mortales.
  • Gracias por tus 5 campeonatos, tus 16 All Star, tus estadísticas inenarrables y tus 32.482 puntos.
  • Gracias por levantarte antes que nadie, entrenar a las 3 de la madrugada y despertar el esplendor de este deporte. 
  • Y sobre todo y fundamentalmente, gracias por jugar al baloncesto.



Cuando el cuerpo de la estrella de la NBA más dominadora del siglo XXI, hace poco más de un mes, dijo basta y volvió a caer lesionado, se fue una parte de todos los aficionados. Murió una esencia sin igual. La condición sine qua non del verdadero espectáculo natural. La NBA siempre estará huérfana y el Hall of Fame brillará más que nunca. Don Kobe Bryant se iluminará en suspensión y cayéndose hacia atrás, en la última décima del partido.

lunes, 16 de febrero de 2015

EL LÍMITE ES EL CIELO


Madison Square Garden de Nueva York. Aproximadamente las 20:40 horas en Manhattan (02:40 en España). Todo listo para el comienzo del partido más señalado en el calendario del mundo baloncestístico. Millones espectadores, hijos del HD y de la era internet, impacientes en todo el planeta para guardar en sus retinas todo lo que allí acontezca. Los dos jugadores de mayor estatura sobre el parqué se disponen a realizar el salto inicial en el centro del campo. Son dos estrellas consagradas en la mayestática y selecta liga americana. Han sido elegidos como dos de los diez mejores jugadores del mundo. Tienen rasgos físicos similares. Son campeones del mundo. Uno ha sido dos veces campeón de la NBA vestido de oro y púrpura. Otro hace historia en la ciudad de Memphis. Efectivamente, no son jugadores normales. Aparentemente, parecen dos tipos alejados de la arrogancia que su éxito pudiera conllevar. Históricamente, no son americanos. 
Pau Gasol y Marc Gasol son dos hermanos, nacidos a más de 6.000 kilómetros de allí, en el humilde pueblo de Sant Boi de Llobregat, en España, al otro lado del charco.

En medio de la ensoñación de muchos, el árbritro lanza el balón al aire. La estatura de ambos hermanos se diferencia por 3 centímetros, lo que medimos desde los 2,13 de Pau hasta los 2,16 de Marc. El mayor de los Gasol amaga antes, se mueve primero, quizá como recordatorio a que fue pionero en viajar hasta allí en 2001. El hermano pequeño se muestra paciente, probablemente como siempre estuvo mientras seguía los pasos de su idolatrado hermano. Un flashback sacude la mente de los dos protagonistas, de los realizadores del evento y por qué no decirlo, de todo el mundo. Sí, es imposible no recordar el abrazo que se dieron los dos colosos a las 2:23 (españolas), justo cuando fueron presentados y más o menos cuando Woody Allen tomaba su asiento habitual en el Madison.

El balón comienza a descender, las yemas de los dedos de los dos hermanos se preparan para tomar contacto con el pulcro y áspero balón. Hay un momento de duda, Pau Gasol, el número 16, parece ganar la partida. Definitvamente es así tras la confusión. 

La Conferencia Este de la NBA gana el salto a la Conferencia Oeste. Automáticamente, Pau Gasol pasa el balón al número 23, rey del baloncesto y heredero de la corona histórica de su majestad MJ, Lebron James. Empieza el partido de las estrellas.




Michael Jordan, dueño de lo superlativo sobre el parqué y de la leyenda fuera de él, dijo una vez que 'quien juega al límite, es porque cree que lo tiene', y elocuentemente, parafraseando a su excelencia número 23, podemos afirmar que no existe un límite o un techo para los Gasol, pues sólo el cielo puede poner un tope a sus aspiraciones, a su pasión, a su sacrificido, a su talento y, con toda certeza, a su sueño.

Es baloncesto, ni más ni menos, se puede jugar en un aro artesanal pegado a una farola, en una cancha callejera, en una papelera con forma de canasta, en la ya mítica canasta de casa de los abuelos de los dos protagonistas, o en el Madison Square Garden de Nueva York. La historia es que estos dos tipos han llevado todo esto al límite de los mortales, a lo máximo, hasta instalarse en la parafernalia americana y las superproducciones hollywoodienses, codeándose con los más grandes y disfrutando del juego en el mejor escenario posible. 

Con el resultado de semejante partido en un segundo plano (163 a 158 para el Oeste, récord de anotación incluido), los 10 puntos y 12 rebotes de Pau Gasol, así como los 6 y 10 de su hermano pequeño, pueden ser consideradas como cifras muy decentes teniendo en cuenta que ambos conjuntos intentaron 133 triples a lo largo del encuentro. Lo que muestra de forma clarividente, la complicada labor de los pívots esperando su oportunidad bajo el aro...


En cuanto al resto del All Star Weeked marcado por las lesiones (Don Kobe Bryant, Anthony Davis, Blake Griffin...), encontramos la figura del jugador de moda en la NBA, Stephen Curry, que de la mano de su acierto y con el punto a favor de su carisma, se supo meter a todo el público en el bolsillo.

La progresión meteórica del base de Golden State Warriors, ha posibilitado que el niño que vemos en la parte izquierda de la imagen superior, se haya convertido en la estrella actual de la mejor liga de baloncesto del mundo -a la derecha de la imagen-. 

Con esa expresión, a caballo entre la concentración y la preocupación, el número 30 de los Warriors, se presentó en Brooklyn para anotar 27 puntos en el mejor concurso de triples que jamás vimos (Clay Thompson, Kyrie Irving, James Harden, Kyle Korver...) y levantar, por fin, su tan ansiado trofeo.
Señoras y señores, parece que ya tenemos heredero...



Para concluir el vistazo del Número1 al fin de semana de las estrellas, sólo falta mencionar dos nombres que traerán cola en el arte del mate durante los próximos años. Escuchen bien, Victor Oladipo y Zach LaVine, vuelos sin motor...

Para algunos el baloncesto merece el segundo plano y la letra pequeña. Para otros, es el deporte rey, el más completo. Pero por encima de la opinión están los hermanos Gasol, que cambian las reglas, las ideas y el concepto, multiplican por 1000 el seguimiento en España, y lo elevan a la categoría máxima, a la excelencia del arte. Con total certeza podemos decir que el límite de estos dos deportistas está en el cielo... 

Andrés Montes, que fue un adelantado a su tiempo, supo vislumbrar este futuro brillante y no ajeno a la realidad que vivimos hoy, estuvo hábil a la hora de poner un mote a Pau Gasol... 'E.T. El Extraterrestre', porque la vida puede ser maravillosa.


martes, 10 de febrero de 2015

VILLARREAL, FÚTBOL DE AUTOR

Una ciudad con algo más de 50.000 habitantes cuyo principal equipo de fútbol, cuenta con un estadio en el que se puede introducir a la mitad de los ciudadanos, siempre va a resultar llamativo. Si a esto le añadimos que el equipo es el Villarreal, miembro de la Primera División española (o Liga BBVA para los modernos) y que no hace mucho tiempo jugó unas semifinales de Champions League, codeándose con los más grandes como forma de vida, entonces la conmiseración que produce hoy en día el fútbol español, encuentra un oasis gracias a la historia de un equipo con personalidad, estilo y valentía suficiente como para ser fácilmente reconocible en todo el mundo. Villarreal Club de Fútbol.

En una época mediocre y extrema para el deporte rey, en la que algunos se jactan de valores y juego preciosista, otros se refugian en el talonario para ahogar las penas y unos terceros, directamente utilizan el discurso victimista sobre la falta de presupuesto (como si no pudieran fichar delanteros de primer nivel...), encontramos una de las pocas excepciones agradables sobre las cosas bien hechas y la reivindicación del buen fútbol humilde. Esta excepción viste de un amarillo, pulcro e impoluto, y reside bajo el yugo de los más grandes, surcando las profundidades de los mares a una velocidad endiablada y huyendo de la humildad de postín que reina en la superficie. El vox pópuli define a este equipo como el 'Submarino Amarillo', pero aprovechando que hace relativamente poco se estrenó el aeropuerto de Castellón (su aeropuerto), debemos referirnos al Villarreal como lo que es, uno de los equipos más relevantes y destacados de la historia moderna, el dueño del fútbol de autor.


Los experimentos efectivos (y mediáticos) de entrenadores como Pep Guardiola y su ya célebre 'falso nueve' (Leo Messi), capaz de romper cualquier táctica preestablecida y modificar la estadística histórica endosando, por ejemplo, 6 goles a un Real Madrid estupefacto, efectivamente no son de hoy ni de ayer, sino que vienen de mucho más atrás, a pesar de la escasa difusión.

En lo que va de siglo, destaca, en especial, una innovación por parte de dos sujetos que, probablemente, trascendió la lógica y el sentido de la pizarra táctica y nos permitió observar y vivir uno de los mejores momentos de la historia del balompié.

Un 'ingeniero' y un genio incomprendido se aliaron en el año 2004 para acabar sorprendiendo al mundo del deporte, de una forma brillantemente progresiva y sin ningún aire de grandeza. A posteriori, sería fácil decir que el entrenador chileno, Manuel Pellegrini, y el mediapunta argentino, Juan Román Riquelme, cruzaron sus vidas profesionales en el momento y lugar idóneo para ambos.

El técnico chileno llegó a Villarreal con el privilegio de poder contar en sus filas con el '10' de Argentina y uno de los 'cerebros' más talentosos del mundo balompédico. Riquelme era un futbolista clásico, de los de antes, sin peinados extravagantes, pendientes ni tatuajes, con unas botas negras (ajenas a la moda) y con personalidad, mucha personalidad.


El invento fue sencillo y consistió en dar total libertad al astro argentino, permitir que jugará por la parte del campo que creyera conveniente, que todo el juego sobre el verde pasara por sus botas, desencasillarle de la etiqueta que se le puso en su anterior etapa en el Barça y por supuesto, que todos los córners, libres directos o penaltis fueran indiscutiblemente de su propiedad. ¿Saben cual fue el resultado de este 'falso centrocampista-todocampista' imposible de situar en las alineaciones de los periódicos?


Cuarto puesto en Liga en la temporada 2004-05 (con el Villarreal elegido mejor equipo del mundo en el mes de Octubre), pasaporte a la máxima competición Europea y desarrollo indeleblemente victorioso en la misma, hasta acceder a las semifinales e impregnar el nombre del club con prestigio.

Quizá la historia mediática se quedó ahí, puesto que ese agónico partido contra el Arsenal del mejor Thierry Henry se resolvió con el fatalismo que suele ser familiar para los equipos pequeños. En el último minuto de partido, Riquelme tuvo la oportunidad de igualar la eliminatoria, meter a su equipo en la prórroga y aspirar a la finalísima de París (ante el Barça). La clave para ello, era anotar el penalti pitado a favor del 'Submarino Amarillo'.
Una ciudad sin respiración, un país con ilusión y varios continentes con atención, focalizaban su mirada en los ojos nerviosos del genio incomprendido número 10, pero cosas del fútbol y de la vida, el arquero gunner Jens Lehmann repelió el esférico y el año de ensoñación y grandeza llegó a su fin de la manera más rápida y cruel.
Dicen que la relación materno-filial entre entrenador y jugador se rompió esa misma noche.


La realidad a partir de ese momento fue que el conjunto de Castellón ya se había hecho un nombre entre los números 1. A pesar de la salida de Riquelme al año siguiente, el Villarreal fue a más y empezó a jugar un fútbol cada vez más bello y completo. Se labró un estilo propio basado en el ritmo, la presión y el toque que la Selección Española y el F.C. Barcelona utilizarían después. Y como cúspide del éxito, en la temporada 2007-08 terminó subcampeón en la teórica mejor liga del mundo.



En los últimos años, por allí pasaron muchos 'futbolistas de autor' como Diego López, Santi Cazorla, Robert Pirès, Diego Forlán, Jon Dahl Tomasson, Giuseppe Rossi o Nilmar y a pesar de un año catastrófico, 2012, en el que la culpa no fue de Pellegrini sino de entrenadores como Miguel Ángel Lotina (gracias al cual vimos al Villarreal utilizar un juego sucio y descender a segunda división), afortunadamente, podemos decir que hoy en día el equipo ha resurgido de sus cenizas y tras volver hace un año con los equipos de primer nivel, esta temporada es un gusto contemplar su juego.
Dieciocho partidos sin perder (hasta la derrota in-extremis de hace dos semanas en el Camp Nou), una buena andadura en la Europa League y una elimatoria pendiente contra el Barça en las semifinales de Copa del Rey, han devuelto al 'Submarino Amarillo' la moda y el reconocimiento.

Gran parte de culpa ha tenido alguien que se desvive por este club desde 1997, ya que desde ese año, Fernando Roig preside el Villarreal y como se refieren a él popularmente, 'convirtió un equipo de pueblo en un club de clase mundial'.

El presidente y el equipo entregados a la causa, supieron combinar a la perfección el presupuesto limitado con el ojo clínico para los fichajes precisos y la inversión en una cantera rentable. Supieron hacer real y tangible la ilusión de una pequeña ciudad. El Villarreal prestigia el fútbol.


Hoy en día la orquesta puede presumir de tocar mejor que nunca y se puede jactar de un saneamiento económico inaudito en el fútbol español. Futbolistas como Bruno Soriano (el nuevo 'todocampista'), delanteros veteranos rejuvenecidos al estilo Uche y fichajes estrella sorpresa de la talla de Luciano Vietto, todo orquestado a la perfección por un grande sencillo como Marcelino García Toral, hacen que la gente en sus casas vuelva a disfrutar viendo fútbol de autor en la televisión... Porque si los aficionados a este deporte disfrutan desde el sofá, imagínense cómo se debe vivir este privilegio en 'El Madrigal', imagínenselo...