domingo, 25 de octubre de 2015

LA CARRERA DEL CAZADOR


Hubo un tiempo en el que Valentino Rossi ejercía un dominio sin parangón en el motociclismo mundial...


Unos años en los que sólo él sobresalía, a su modo, en la parrilla de salida. Convirtiendo su gesto más característico en una marca registrada, ésa que anticipaba su paso por curva, cuando su pierna abandonaba la estribera y el 46 frenaba más tarde que el resto -punto fuerte y diferencial-.


Pero la leyenda, presa de idolatrías, dio paso a la cantera de jóvenes talentos que como su ídolo, ansiaban bailar sobre la moto sin que su cuerpo besara el asfalto. Entre ellos, y con Pedrosa, Stoner y Lorenzo como alumnos aventajados, apareció alguien que desde muy joven eligió la trazada más pareja a la del italiano...


Ése joven sin complejos sobre el carenado, progresivamente estudió, moldeó y mejoró su estilo hasta el punto de copiar el de su referente.


Y tras batir todos los récords de precodidad de Valentino Rossi, el mundo conoció el nombre de Marc Márquez y le señaló como 'el elegido' para clausurar la carrera del mejor piloto de todos los tiempos.


El momento más crítico de la carrera deportiva del 46, tras años de divagación en Ducati, se fundió con el más dulce del 93, que sin rival, se hizo mayor y tetracampeón del mundo (bicampeón de MotoGP).


Pero esta última temporada, el destino ha querido que las trayectorias de los dos astros den un giro radical. La segunda juventud del italiano se ha unido a las primeras dudas del español, que tras un año aciago, desde muy pronto se ha visto apartado de la pugna por el Mundial, posibilitando en cierto modo que Rossi vuelva por sus fueros, 6 años después, liderando un Campeonato histórico siempre con Lorenzo a rebufo.

No obstante esta semana hemos llegado a un punto de inflexión en la historia del Motociclismo. Valentino Rossi, el pasado jueves, en vísperas del penúltimo Gran Premio de la temporada, dictaminó con desdén y cierta cólera que "Márquez competía contra él", sin aspirar ya al Mundial.


Sepang abría la caja de pandora en plenos entrenamientos, y el enfado del 46 dejaba entrever su desesperación con el piloto fabricado a su imagen y semejanza...


Y tras apagarse el semáforo hoy, mientras se libraba una batalla sin igual, con Rossi y Márquez intercámbiandose hasta 15 adelantamientos en 2 vueltas, Il Dottore ha dicho basta...


Tras ese giro de cuello, el piloto más legendario de la historia pagaba la frustración de todos estos años con su alumno más aventajado. Su pierna izquierda abandonaba la estribera, pero en este caso no para deleitar a propios y extraños, sino para intimidar al piloto que recogerá su legado, en un arrebato incomprensible por negar el presente y el futuro, dejando en entredicho su veteranía.


Una sanción pobre y grosera (salir último en la carrera final) permitirá a Rossi seguir luchando contra los fantasmas de su reciente pasado en Valencia, porque como ha dicho Márquez tras la carrera "Salir último con una MotoGP puede implicar estar cuarto en un abrir y cerrar de ojos".

Las imágenes de la carrera de hoy sirven para escenificar las carreras deportivas de los dos pilotos más brillantes que se recuerdan, del mismo modo que encierran el cambio en la veneración hacia Valentino Rossi. Su liderato implacable se ve ensuciado por su comportamiento más deleznable, tornando definitivamente una fraternal amistad en el odio mutuo más profundo. 

viernes, 16 de octubre de 2015

RAÚL, LA LEYENDA


Una imagen, aquella en la que sólo estaban Raúl y el césped de Saint Denis. Ésa fue la primera vez que me impactó el 7, en una carrera eterna hacia la meta de Cañizares, mimando el esférico sin separarlo de su bota izquierda, driblando al portero y acostumbrando al Real Madrid a celebrar una Copa de Europa, otra vez.

Ése fue Raúl González, un adelantado a su tiempo que siempre supo ir un paso por delante del resto, a una velocidad endiablada, la suficiente como para batir todos los récords posibles. La necesaria como para ilusionar a diferentes generaciones a caballo entre los recuerdos y los sueños.

Su pasión sobre el verde era directamente proporcional a su don para la colocación en el área, lo que ligado a su disciplina, elevó al futbolista por encima de los mejores estadios del mundo, permitiéndole contemplar los acontecimientos más señalados como una estrella, ésa que todos los niños querían ser.

Aquella noche en París, quizá muchas jóvenes promesas del fútbol español entendieron cuál era la referencia para dominar el planeta. Y varios años después, cuando nuestro fútbol abandonó los complejos, las nuevas estrellas volvieron a esa imagen, Raúl, en solitario, ascendiendo al olimpo de los dioses.