domingo, 8 de febrero de 2015

MÁTALOS SUAVEMENTE


Como el título de la magistral novela de George V. Higgins llevada al cine por Andrew Dominik (Brad Pitt y James Gandolfini mediante), Mátalos Suavemente, ayer el Atlético de Madrid tejió una minuciosa tela de araña en la que introdujo, modificó, castigó, sometió y finalmente asesinó, con mimo y sutileza, al equipo de la constelación de estrellas y el escudo de campeón del mundo, a un Real Madrid trémulo que sustituyó los puños cerrados de noviembre por los brazos en jarra de febrero, hasta morir suavemente.

El 'Cholo' Simeone supo cotejar a la perfección la información vertida durante la semana que cargaba exacerbadamente contra la dureza de su equipo, primero censurando taxativa y públicamente este apelativo basado en el desprecio hacia los suyos, y segundo, concentrando a sus jugadores en la charla previa en el vestuario, evocando el camino recorrido en los últimos tiempos con intensidad, recordando los títulos recogidos por tanto esfuerzo como trabajo, y revalorizando la manera en la que su equipo recuperó el nombre de la centenaria institución del Manzanares, con más ilusión que juego sucio.

Dicho esto, la consigna de un Simeone enardecido en los vestuarios era clara: Acabar con el eterno rival con una pulcritud inusitada y sin ninguna falta violenta... Dos horas después. el resultado, 4-0, se quedó corto ante la abrumadora superioridad atlética y el juego preciosista de su equipo. El Real Madrid tiró una vez a puerta (disparo manso y débil de Benzema), Cristiano Ronaldo perdió 19 balones, el capitán rojiblanco, Gabi, recuperó 18 y el stopper blanco, Khedira, ninguno.


Ahora es fácil imaginar los minutos precedentes a la salida al campo, con el entrenador argentino golpeando el pecho de sus jugadores al más puro estilo Héctor Cúper y gritándoles, uno por uno, de forma tan vehemente como segura, la frase clave: 'Mátalos suavemente', pero no se engañen, el acento del de Buenos Aires incide sobre la segunda sílaba y no sobre la primera y seguramente, la manera en la que dio esa hipotética orden fue lenta, pronunciada y contundente, dejémoslo en (valga la tilde mal puesta) 'Ma-tá-los SUAVEMENTE'.

La encrucijada de Ancelotti ante tal avalancha de fútbol, se orquestó en torno a la necesidad o no de dar un toque de atención y sustituir a los dos 'teóricos' mejores jugadores del equipo, Gareth Bale y Cristiano Ronaldo. Sin duda la actitud nebulosa y ominosa de los referentes merengues, no sólo fue representativa de todos los madridistas sobre el verde, sino que quizá fue merecedora de un castigo mayor que una simple reprimenda. A pesar de los infinitos goles y momentos pasados, ningún jugador madridista debe olvidar sobre el campo el significado de dos palabras que denotan prestigio, Real Madrid.


Con el primer objetivo mediático del día cumplido, aún faltaba una noche de arte y premios en la capital española, protagonizada por el ingrediente cinéfilo que le falta a este artículo y el mejor año de la historia del cine español, la Gala de los Goya número 29.


Del mismo modo que Dani Rovira rompió el protocolo y los esquemas con su actuación en Ocho Apellidos Vascos, el divertido cómico malagueño supo presentar muy dignamente la gala más larga de la historia y quizá la más reconocida.


La Isla Mínima, dirigida por Alberto Rodríguez (mejor director español vivo para ElNúmero1), también moldeó y manejó a su antojo la vigésimo novena edición de los Goya, puesto que a pesar de la competencia fortísima a la que se enfrentaba, la historia ochentera de dos policías en las marismas del Guadalquivir se alzó con 10 Goyas, incluído el de mejor película, mejor director, mejor guión original y mejor actor protagonista (con un Javier Gutiérrez soberbio).

La excelencia de la ceremonia no se quedó ahí, ya que la película que marcó el año en taquilla también se vio recompensada decentemente, y es que Ocho Apellidos Vascos nos recordó que el humor debe estar presente en todos los aspectos de la vida y de ahí los tres Goya a mejor actor de reparto, mejor actriz de reparto y mejor actor revelación, en las figuras de Karra Elejalde, Carmen Machi y Dani Rovira, respectivamente.



Nadie debe olvidar que las películas mencionadas anteriormente, competían contra otras tres cintas célebres que serán recordadas, como son El Niño, Magical Girl y Relatos Salvajes
Daniel Monzón no pudo cosechar el mismo éxito que con su obra maestra Celda 211, Bárbara Lennie fue la cara vencedora del filme de Carlos Vermut gracias a su premio como mejor actriz protagonista y la película argentina dirigida por Damián Szifrón y producida por Pedro Almodóvar, ganó el premio como mejor película iberoamericana.

Entre los demás triunfadores, Ida (mejor película extranjera), Mortadelo y Filemón (mejor película de animación), Paco de Lucía: la búsqueda (mejor documental), Café para llevar (mejor corto de ficción) o Carlos Marqués-Marcet (mejor dirección novel por 10.000 km), destacó uno en especial, diferente, impactante y melancólico. Antonio Banderas, su Goya honorífico y el mejor discurso de la ceremonia... 

Quizá ese fue el punto de inflexión de gala. Nadie esperaba que tras unas palabras de entrega de Pedro Almodóvar protagonizadas por su crónico y prescindible 'yo, me, mi, conmigo', el actor malagueño tomara el testigo del director manchego, y fuera capaz de emocionar a todos los espectadores y levantar al respetable de su asiento. Fue un discurso profundo, sentido, sincero, reconfortante, directo, histórico, rompedor y además, ágil y preciso. Antonio Banderas, independientemente de ser un mejor o peor actor, siempre ha sido la sensación del que consiguió ir más allá. La figura del cine español pionera en codearse con los extraterrestres de Hollywood, uno de los primeros en hacer ver a este país que el ostracismo internacional ya no existe, que con lucha, esfuerzo, trabajo y determinación, la segunda parte de nuestra historia reciente ya empezó con él. Bravo Antonio.


Es hora de terminar, no sin antes agradecer al cine español el año que se ha marcado, creer en el arte y en su respaldo económico más que nunca (los tres grupos de comunicación de este país, RTVE, Atresmedia y Mediaset han impulsado respectivamente a Magical Girl, La Isla Mínima y El Niño), esclarecer que si La Isla Mínima se ha llevado 10 Goyas es porque se trata de una película DIEZ, y sobre todo, pensar que gracias al gran trabajo alejado de la mediocridad, mucha gente dejará de considerar el cine español como un género aparte y lo empezará a mirar sin una visión sesgada, matando los prejuicios con suavidad, y observando simplemente lo que es, cine en estado puro.
Sed felices.



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