miércoles, 21 de diciembre de 2016

OTRA HISTORIA


De manera explícita, sin inhibiciones y haciendo mate su jaque al género contrario en esa sala de interrogatorio. Así acabó Sharon Stone con los infinitos clichés unidireccionales que ya cantaban en la gran pantalla, orquestando una de las escenas más reproducidas en la historia del cine.

Rápido, muy rápido nos dice Paul Verhoeven quién manda aquí y quién escribe la película: Ella. Una mirada, un gesto y 5 minutos de diálogo anticipan que nadie podrá cruzar esa barrera sin una consecuencia inevitable: morir. Porque si quedaba alguna duda, este imponente plano pone rostro a la autora del brutal asesinato inicial, esa irrupción estelar sobre una cama y sobre una estrella de rock saldada con más de 20 puñaladas sobre lo mismo, las etiquetas en el cine.

Mismo esquema aunque diferentes protagonistas que los utilizados por Hitchcock en Psicosis para cambiar las cosas. Acabar con la estrella de su película a los 45 minutos de la manera más insospechada supuso decirle al gran público que sí, que era 1960 pero que la historia ya no iba a ser la misma, y ahí quedaron 3 minutos y 50 planos en una ducha como legado y leyenda.


Y es que Verhoeven bebe de Hitchcock a lo largo de todo el filme pero consigue ir un paso más allá. Si a la inteligencia de la escritora Catherine Tramell (Sharon Stone) se suma ahora la autoridad tras salir victoriosa de ese interrogatorio, es evidente que ya no puede haber nadie más interesante en toda la trama. Ventaja con la que no contó Norman Bates porque el maestro del suspense precisamente mantuvo el secreto hasta el final.

En cualquier caso, son dos puntos de inflexión claves en la historia del celuloide que quedaron ahí, en la anécdota, la diversión o la curiosidad, pero que abrieron la veda a un juego psicológico muchas veces imitado y pocas veces logrado. Por eso cuesta entender los palos a Verhoeven también tras su última película (Elle), y por eso necesitaba gritarle al mundo que, aunque muchos siguen intentándolo con esta fórmula, la suya es mil veces más buena que todas las demás juntas.

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