domingo, 14 de junio de 2015

EL TRUCO FINAL


Una posesión faltaba por disputarse en el Palau Blaugrana cuando Juan Carlos Navarro -inédito hasta entonces- decidió aparecer para desempatar la mejor eliminatoria que se recuerda en el baloncesto español desde aquel triple agónico de Alberto Herreros en Vitoria. 

15 lanzamientos consecutivos llevaba fallados la bomba desde la línea de tres, pero ni por esas. Si su muñeca no ha temblado en 19 años sobre el parqué, tampoco lo iba a hacer a la hora de apear del camino a un brillantísimo Unicaja y meter al Barça en la final. 
Habrá clásico y también morbo, porque el Real Madrid ya vislumbra la posibilidad de reunir la tercera copa del año en sus vitrinas...


También en Barcelona, a 30 kilómetros del multiusos blaugrana, el circuito de Montmeló acogió su cita correspondiente con el Mundial de Motociclismo. Marc Márquez prometía lucha y espectáculo, pero la sorpresiva pole de la suzuki de Aleix Esparagaró ya nos anticipaba que las cosas no iban a seguir un curso normal. Y efectivamente así fue... La ansiedad, el riesgo y quién sabe si los 50ºC del asfalto hicieron que el actual campeón del mundo cayera a la arena de 'su trazado', precisamente cuando perseguía a Jorge Lorenzo, el auténtico martillo del Gran Premio y el artífice, junto a su excelencia Valentino Rossi, de un fin de semana Yamaha. 

Sin duda el pilotaje cerebral de ambos les puede llevar a lo más alto del cajón a final de temporada. La realidad es que de momento un sólo punto les separa y no tienen rival (la honda de Pedrosa llegó a 15 segundos).


Sin abandonar las motos pero sí cambiando de categoría, Danny Kent engañó magistralmente a propios y extraños en la carrera de Moto3. El piloto inglés encaró sexto la última vuelta en Montmeló para pasar a ser primero tras la última curva, todo en un instante brillante y 'a una mano'. El líder del Mundial demostró quién manda en el octavo de litro y justificó las bonitas pugnas en grupo que ofrece esta cilindrada.


Con respecto a Moto2 y ante la pasada de frenada del número 1 Tito Rabat cuando restaban tan sólo 4 curvas y lideraba la contienda (dura pugna junto a Rins y Zarco con victoria de este último), todos los aficionados a este deporte seguían con la mente puesta en el documental emitido antes de comenzar la retransmisión. La Última Vuelta ayudó a rememorar -o conocer- de una forma muy emotiva la primera rivalidad española en un mundial. Los guerreros eran Sito Pons y Joan Garriga. Un duelo por la corona cuando 250 era 250, cuando 'Ducados' no estaba prohibido en el mono y, fundamentalmente, cuando la electrónica no superaba al talento. Pieza altamente recomendable...


Y por último, mientras los acérrimos seguidores del deporte ya nos preparábamos para cerrar la semana y observar los inminetes concursos de Lebron James, Stephen Curry, Vero Boquete, Leo Messi, Alba Torrens y compañía, hubo dos invitados inesperados que decidieron hacer El Truco Final y resurgir de sus cenizas como en el aclamado filme de Christopher Nolan.

Una institución histórica llamada Real Zaragoza y su majestad Don Rafael Nadal decidieron aparecer entre Mundiales, Finales y Europeos, justo cuando nadie se acordaba de sus concursos, para demostrar dónde radica la esencia del juego.


El espíritu de equipo grande que siempre ha perdurado entre los aficionados del equipo maño, no fue sólo lo que les permitió acceder in extremis al playoff de ascenso a Primera División, sino que una vez inmersos, tras sucumbir 0-3 en La Romareda ante el Girona en la ida de la primera semifinal, es lo que ha posibilitado realizar una machada histórica en Montilivi, ganando 1-4 al equipo que terminó tercero la Liga Adelante y dando la vuelta a un resultado de una forma que nadie, salvo ellos, creía posible. Mentalidad ganadora en estado puro...


La otra aparición estelar fue la que hizo el mejor deportista español de la historia, Rafa Nadal. El tenista balear eligió la siempre elegante hierba del Weissenhof Tennis Club de Stuttgart para batir en la final del torneo al serbio Viktor Troicki (7-6 y 6-3) y volver a sentirse vencedor, cosechando así el título número 66 de su carrera. Una victoria balsámica que sin duda refuerza las esperanzas de sus infinitos fans ante el momento más difícil de Nadal, del mismo modo que nos recuerda cuál fue siempre la piedra angular en su juego: Una mente eternamente infranqueable...

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