domingo, 20 de diciembre de 2015

UNA MIRADA ORIGINAL


No era fácil encauzar los exigentes deseos de quienes crecieron y soñaron con Star Wars, y J.J. Abrams, el elegido para revivir una historia cerrada, acepta esta responsabilidad y abre horizontes a una protagonista -con mérito-, del mismo modo que ahonda en el interior de los personajes y en la diversidad racial (y alienígena) tan patente en el universo creado por George Lucas.

La modificación en el contenido es inherente al cambio en la forma, puesto que se busca un nuevo enfoque capaz de erradicar el 'efecto videojuego' de las controvertidas precuelas, y de recuperar y mejorar la esencia de la realidad creada en la trilogía original. Con esta maniobra se consigue llegar, a ratos, a lo que se presuponía, reinventando incluso la conocida experiencia con potentes imágenes, escenarios conseguidos, el uso del color tan significativo en la saga y, sobre todo, un especial interés por cuidar todos los efectos sonoros, lo que mantiene al espectador en la película a pesar de eliminar parte de la música -acertada- de las precuelas.


El relato presenta homenajes diversos y, en esencia, un parecido razonable con el Episodio IV, pero sin embargo, entre tantas reminiscencias, hay un nombre merecedor de la más nostálgica de las menciones que no aparece en ningún momento en el guión: Yoda.

Los Jedi, estrellas de la saga, ven su labor ciertamente vilipendiada, aunque todo queda preparado para que las dos siguientes entregas inviertan la situación...


En definitiva, la dificultad que entrañaba revivir una saga vista para sentencia se enfrenta sentando unas bases sobre unos nuevos protagonistas, pioneros, vulnerables y en desarrollo, que mantienen una primera lucha en ciernes y que ahora deben crecer al gusto del público más exigente, porque hasta la mirada más sabia en el rincón más recóndito de la Galaxia sabe que la fuerza... Ha despertado.


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