Madison Square Garden de Nueva York. Aproximadamente las 20:40 horas en Manhattan (02:40 en España). Todo listo para el comienzo del partido más señalado en el calendario del mundo baloncestístico. Millones espectadores, hijos del HD y de la era internet, impacientes en todo el planeta para guardar en sus retinas todo lo que allí acontezca. Los dos jugadores de mayor estatura sobre el parqué se disponen a realizar el salto inicial en el centro del campo. Son dos estrellas consagradas en la mayestática y selecta liga americana. Han sido elegidos como dos de los diez mejores jugadores del mundo. Tienen rasgos físicos similares. Son campeones del mundo. Uno ha sido dos veces campeón de la NBA vestido de oro y púrpura. Otro hace historia en la ciudad de Memphis. Efectivamente, no son jugadores normales. Aparentemente, parecen dos tipos alejados de la arrogancia que su éxito pudiera conllevar. Históricamente, no son americanos.
Pau Gasol y Marc Gasol son dos hermanos, nacidos a más de 6.000 kilómetros de allí, en el humilde pueblo de Sant Boi de Llobregat, en España, al otro lado del charco.
En medio de la ensoñación de muchos, el árbritro lanza el balón al aire. La estatura de ambos hermanos se diferencia por 3 centímetros, lo que medimos desde los 2,13 de Pau hasta los 2,16 de Marc. El mayor de los Gasol amaga antes, se mueve primero, quizá como recordatorio a que fue pionero en viajar hasta allí en 2001. El hermano pequeño se muestra paciente, probablemente como siempre estuvo mientras seguía los pasos de su idolatrado hermano. Un flashback sacude la mente de los dos protagonistas, de los realizadores del evento y por qué no decirlo, de todo el mundo. Sí, es imposible no recordar el abrazo que se dieron los dos colosos a las 2:23 (españolas), justo cuando fueron presentados y más o menos cuando Woody Allen tomaba su asiento habitual en el Madison.
El balón comienza a descender, las yemas de los dedos de los dos hermanos se preparan para tomar contacto con el pulcro y áspero balón. Hay un momento de duda, Pau Gasol, el número 16, parece ganar la partida. Definitvamente es así tras la confusión.
La Conferencia Este de la NBA gana el salto a la Conferencia Oeste. Automáticamente, Pau Gasol pasa el balón al número 23, rey del baloncesto y heredero de la corona histórica de su majestad MJ, Lebron James. Empieza el partido de las estrellas.
Michael Jordan, dueño de lo superlativo sobre el parqué y de la leyenda fuera de él, dijo una vez que 'quien juega al límite, es porque cree que lo tiene', y elocuentemente, parafraseando a su excelencia número 23, podemos afirmar que no existe un límite o un techo para los Gasol, pues sólo el cielo puede poner un tope a sus aspiraciones, a su pasión, a su sacrificido, a su talento y, con toda certeza, a su sueño.
Es baloncesto, ni más ni menos, se puede jugar en un aro artesanal pegado a una farola, en una cancha callejera, en una papelera con forma de canasta, en la ya mítica canasta de casa de los abuelos de los dos protagonistas, o en el Madison Square Garden de Nueva York. La historia es que estos dos tipos han llevado todo esto al límite de los mortales, a lo máximo, hasta instalarse en la parafernalia americana y las superproducciones hollywoodienses, codeándose con los más grandes y disfrutando del juego en el mejor escenario posible.
Con el resultado de semejante partido en un segundo plano (163 a 158 para el Oeste, récord de anotación incluido), los 10 puntos y 12 rebotes de Pau Gasol, así como los 6 y 10 de su hermano pequeño, pueden ser consideradas como cifras muy decentes teniendo en cuenta que ambos conjuntos intentaron 133 triples a lo largo del encuentro. Lo que muestra de forma clarividente, la complicada labor de los pívots esperando su oportunidad bajo el aro...
En cuanto al resto del All Star Weeked marcado por las lesiones (Don Kobe Bryant, Anthony Davis, Blake Griffin...), encontramos la figura del jugador de moda en la NBA, Stephen Curry, que de la mano de su acierto y con el punto a favor de su carisma, se supo meter a todo el público en el bolsillo.
La progresión meteórica del base de Golden State Warriors, ha posibilitado que el niño que vemos en la parte izquierda de la imagen superior, se haya convertido en la estrella actual de la mejor liga de baloncesto del mundo -a la derecha de la imagen-.
Con esa expresión, a caballo entre la concentración y la preocupación, el número 30 de los Warriors, se presentó en Brooklyn para anotar 27 puntos en el mejor concurso de triples que jamás vimos (Clay Thompson, Kyrie Irving, James Harden, Kyle Korver...) y levantar, por fin, su tan ansiado trofeo.
Señoras y señores, parece que ya tenemos heredero...
Para concluir el vistazo del Número1 al fin de semana de las estrellas, sólo falta mencionar dos nombres que traerán cola en el arte del mate durante los próximos años. Escuchen bien, Victor Oladipo y Zach LaVine, vuelos sin motor...
Para algunos el baloncesto merece el segundo plano y la letra pequeña. Para otros, es el deporte rey, el más completo. Pero por encima de la opinión están los hermanos Gasol, que cambian las reglas, las ideas y el concepto, multiplican por 1000 el seguimiento en España, y lo elevan a la categoría máxima, a la excelencia del arte. Con total certeza podemos decir que el límite de estos dos deportistas está en el cielo...
Andrés Montes, que fue un adelantado a su tiempo, supo vislumbrar este futuro brillante y no ajeno a la realidad que vivimos hoy, estuvo hábil a la hora de poner un mote a Pau Gasol... 'E.T. El Extraterrestre', porque la vida puede ser maravillosa.
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