jueves, 15 de enero de 2015

LA CASUALIDAD DE LA CASUALIDAD


Un cúmulo de coincidencias me han brindado la oportunidad única de asistir al derbi madrileño.
El abono que sobra repentinamente en la colección de abonos de un amigo, una llamada a tiempo, un gesto admirable y un partido inesperado pero esperado en el Santiago Bernabeu...

El fútbol en directo bien es sabido por todos que es algo diferente y paradójico. La manera de pensar, encuadrar, focalizar y visualizar las acciones que suceden en el campo (sin repeticiones) producen esa rara sensación de contradicción, combinando los miles de personas ensimismadas con sus propios gritos con el puro realismo de ver a 22 jugadores de corto, pugnando por un balón sobre el verde, con el objetivo de introducirlo en el marco contrario.
Pasión, nervios, tensión, precisión, errores, suerte, rabia, miedo... Son muchos los factores que alteran el resultado en función de su orden y como consecuencia de los actos de unos futbolistas, cuya esencia, es similar a la de los niños que rivalizan en el patio del colegio o los juveniles que lo hacen sobre un campo de césped artificial. Jugar al fútbol y marcar más que el contrario intentando disfrutar. Esa es la base sólida del llamado deporte rey, que nadie se olvide.

Y así es como se pueden percibir los movimientos multidireccionales-definidos de Toni Kroos, la presión caliente y asfixiante del Atlético de Madrid, las jugadas preciosistas en un palmo de Isco, la inseguridad de Oblak alternada con la de Keylor, los aspavientos de Simeone y el estatismo inmutable de Ancelotti, la organización táctica del Atlético de Madrid y la impresión de que si hoy alguien tenía que ponerse en la línea de cuatro defensiva merengue, los titulares de dicha zaga eran los menos indicados (todo mal), un nuevo gol mágico de Sergio Ramos y sus errores de bulto atrás, el ardaturanismo y la ausencia del miedo escénico o la vanaglorización madridista -en forma de premios individuales- ligada a su escudo... Ese tipo de cosas compenetradas son las que se observan con un gran plano angular, pero hay algo que se escapa a la lógica y que quizá es la base mágica del fútbol... El factor sorpresa.


Quien le iba a decir hace un mes a un jugador como Fernando Torres, defenestrado por el público soberano milanista, que hoy se iba a convertir en el protagonista de uno de los mejores partidos que se puede vivir en la actualidad, jugando para el equipo de su alma y de su corazón, conquistando la fortaleza de su máximo rival histórico. Pues sí, dos goles intempestivos del niño sin que se cumpliera el minuto 1 del inicio de las dos partes, han silenciado el Santiago Bernabeu y han liquidado toda opción de remontada -con o sin el beneplácito de Juanito-,echando por tierra las arengas madridistas desde la llegada del autobús por Concha Espina y dando una cura de realidad y quien sabe si de humildad, al actual campeón de Europa. Esa es la magia del deporte.

Ayer tras ver Birdman, además de salir eufórico, di gracias a la inesperada virtud de la ignorancia, y quizá eso es lo que hacen ahora mismo los atléticos con Torres. No obstante, en la obra maestra de Iñárritu, se pronunció una frase con la que no puedo estar más de acuerdo: 'La popularidad es la cuñadita guarra del prestigio', y sinceramente, dejando de lado el resultado y la eliminatoria, a día de hoy, creo que Real Madrid y Atlético de Madrid mantienen una rivalidad por mantener el prestigio y no caer en la vaga popularidad. Al fin y al cabo son los dos mejores equipos de Europa. No hace falta decir más, la casualidad de la casualidad y la contradicción del fútbol.

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