viernes, 16 de octubre de 2015

RAÚL, LA LEYENDA


Una imagen, aquella en la que sólo estaban Raúl y el césped de Saint Denis. Ésa fue la primera vez que me impactó el 7, en una carrera eterna hacia la meta de Cañizares, mimando el esférico sin separarlo de su bota izquierda, driblando al portero y acostumbrando al Real Madrid a celebrar una Copa de Europa, otra vez.

Ése fue Raúl González, un adelantado a su tiempo que siempre supo ir un paso por delante del resto, a una velocidad endiablada, la suficiente como para batir todos los récords posibles. La necesaria como para ilusionar a diferentes generaciones a caballo entre los recuerdos y los sueños.

Su pasión sobre el verde era directamente proporcional a su don para la colocación en el área, lo que ligado a su disciplina, elevó al futbolista por encima de los mejores estadios del mundo, permitiéndole contemplar los acontecimientos más señalados como una estrella, ésa que todos los niños querían ser.

Aquella noche en París, quizá muchas jóvenes promesas del fútbol español entendieron cuál era la referencia para dominar el planeta. Y varios años después, cuando nuestro fútbol abandonó los complejos, las nuevas estrellas volvieron a esa imagen, Raúl, en solitario, ascendiendo al olimpo de los dioses.

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